¡Hola!
Soy Faddy Rigoberto Ramírez,
tengo 24 años de edad y actualmente estoy cursando mi último periodo académico
en Ingeniería Química, en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Hace algunos años comencé
este blog con la intención de ganar algunos puntos extras en
mis clases de colegio. ¡Cuánto ha pasado el tiempo! Cabe mencionar que dichas
publicaciones están redactas en inglés ya que, por la naturaleza de mi
educación, se nos incentivaba a practicar nuestro segundo idioma de cualquier
manera. Para ser honesto, en aquel momento no miraba el redactar como un arte,
más bien lo veía como una obligación que debía realizar cada semana. Hoy 04 de
julio, veo el escribir como un canal para no acumular tantos pensamientos en mi
cabeza y, de esa manera, poder ayudar a otros con situaciones que he vivido.
Puede que esta publicación la lean pocos o la lean muchos, lo importante es que
quedará plasmado y podré dejar una huella en el mundo cibernético.
Como dice el título, en esta
publicación quiero comentarles sobre algo que he tenido en mi cabeza por muchos
días ya. ¿Qué ocurre cuando recibimos una respuesta negativa a nuestra
petición? ¿Qué ocurre cuando las cosas no salen como las planeamos? ¿Qué
hacemos con nuestras desilusiones?
Quiero comenzar contándoles un
poco más sobre mí:
Desde niño, siempre tuve una
visión clara, la cual consistía en poder tener la oportunidad de salir del país
para aventurarme en nuevas tierras, conocer nuevas culturas y subirme en muchos
aviones. Todos los años esperaba el día en que pudiera tener en mis manos un
pasaporte, una visa y un boleto aéreo. Ese sueño se cumplió en agosto del año
2014. Tuve la oportunidad de viajar y visitar a mi familia que reside en
Pennsylvania, USA. Parte de mi sueño se había cumplido. Ya había tenido la oportunidad
de viajar, de subirme a un avión y conocer una nueva cultura por
aproximadamente 1 mes.
En ese mismo año, fui nominado
por el rector de la institución en donde me gradué a una beca en una
universidad en Oklahoma. En mi interior, sabía que ésta era la oportunidad que
tanto había deseado. La beca incluía hospedaje, una pensión mensual, la
oportunidad de viajar a otros países para realizar obras de caridad y la
oportunidad de obtener un título universitario en un país tan competente como
lo es Estados Unidos. Me ilusioné. Mis amistades y mi familia me aseguraban que
esa beca era mía. Recuerdo que hasta recibí regalos para que llevara a la
universidad una vez me aceptaran en la misma. Fue un proceso largo y lleno de
emociones. En enero del año 2015, recibí una respuesta que tanto temía: NO.
Lamentablemente, no obtuve la beca completa. La universidad únicamente me había
otorgado un porcentaje del costo de matrícula, pero yo debía correr con los
gastos de comida, hospedaje y demás. Económicamente era imposible poder cubrir
todos los gastos. Mis padres me llamaron al cuarto para darme la noticia que
debía comenzar mis estudios aquí en Honduras. Fue un periodo de tiempo amargo y
triste. Me sentía derrotado y sin ganas de seguir adelante. Recuerdo que hasta
me enojé con Dios por no haber contestado a mis oraciones de manera positiva.
Comencé mis estudios en la
carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras
en el Valle de Sula. Cambié de perspectiva y me propuse a dar lo mejor de mí en
mis clases.
En el año 2016, la embajada de Japón en Honduras convocó a jóvenes estudiantes
a participar en una beca completa para realizar estudios universitarios en el
país asiático. La emoción y la ilusión retomaron mi mente y comencé a
prepararme para las etapas del proceso. Yo no sabía ni decir "hola"
en japonés, pero las ganas de cumplir mi sueño eran mayores que cualquier
barrera. Avancé satisfactoriamente en cada etapa. En el último tamiz, el cual
consistía en un examen para medir mi conocimiento en las áreas de química,
matemáticas, física y japonés, me sentí seguro de haber dado lo mejor de mí.
Los candidatos seleccionados serían anunciados en 2 semanas luego de haber
realizado la prueba. Todos los días, cada hora, cada 15 minutos, cada 10
segundos, revisaba mi bandeja de entrada de correo electrónico para recibir la
carta de: ¡FELICIDADES! Se va para Japón. Estimados lectores, ese día nunca
pasó. De hecho, recibí un correo muy distinto al que me esperaba, uno en que se
marcaba en negrita la palabra: NO. Nuevamente, mismas emociones invadieron
mi cuerpo: derrota, desilusión, tristeza y desánimo. Continué mis estudios
universitarios con la mentalidad de ya no seguir aplicando para no
desilusionarme.
En el año 2017, otra
oportunidad se presentó en una universidad la cual se ubicaba a muy pocos
kilómetros de donde reside mi familia en Estados Unidos. Como se podrán
imaginar, la historia se repitió y recibí una carta impresa en donde en negrita
se resaltaba la palabra “NO” a mi petición.
Como podrán haber notado, he tenido muchos "NO" a lo largo de mi vida
a oportunidades que muchos consideran como únicas y especiales.
En el año 2020, mi ciudad de
origen, La Lima, se vio afectada por 2 huracanes consecutivos (ETA/IOTA) y
lamentablemente sufrió inundaciones históricas. Muchos oramos para que esto no
ocurriera y, aun así, sucedió.
Al ver atrás puedo decirles con
seguridad: ¡Qué bueno fue haber recibido esas respuestas negativas!
Pensarán que estoy loco o fuera de mis cabales, pero la verdad es que obtuve
más beneficios al recibir estas respuestas. Y aquí les menciono algunas:
- Estoy a punto de culminar la
carrera que siempre había soñado.
- Conocí a personas extraordinarias que se han vuelto muy cercanas a mi
corazón.
- Pude recibir y ver el amor de Dios en mis compañeros de universidad cuando
más lo necesitaba.
- Tuve el honor y el privilegio de ejercer la docencia.
- He viajado muchísimo más de lo que alguna vez soñé.
Hay mucho más que me gustaría contar,
pero procuraré hacer estas publicaciones lo más cortas posibles.
Estimados lectores, aunque
parezca incierto, aunque parezca que nada más se podrá hacer al recibir una
respuesta negativa, ya sea en salud, en economía, en oportunidades, en lo que
sea, sepan que SIEMPRE habrá algo mejor y que Dios está obrando.
¡Saludos!